.
Nota
Se sigue oyendo hablar de controversia científica, pero todos los estudios e informes independientes concluyen, sin excepción, que hay efectos nocivos muy graves para la salud.
Algunos ejemplos son: Resoluciones de Salzburgo (2000), Informe Parlamento Europeo (2002), Estudio Reflex (2004), Llamamiento de Bruselas (2007), Estudio Bioinitiative (2007 en adelante), OMS (2011), Resolución 1815 del Parlamento Europeo (2011)... Y así un largo etcétera.
Sus principales conclusiones son que los niveles de exposición “legales” aplicados en muchos países (incluido el nuestro), son miles de veces superiores a lo que la salud podría soportar. Hay unanimidad.
¿Dónde está la controversia científica? En los estudios financiados o cofinanciados por las industrias que, claro, no encuentran peligro alguno para la salud. ¿Qué validez se le pueden dar a los informes de las propias empresas de telecomunicaciones con fortísimos intereses económicos?
No se oye, no se huele, ni se ve, pero está ahí: es la contaminación electromagnética (CEM). Silenciosa, en efecto, y por ello aún más peligrosa porque daña gravemente sin que te enteres.
Muchas son las dolencias que ocasiona y muy pocos los que lo saben: insomnio, cansancio, dolores de cabeza, vértigo, ansiedad, tínitus, leucemia infantil, cáncer.
Afecta a la melatonina del cerebro, rompe las cadenas de ADN…